Un voto nulo a quien beneficia

papeletas válidas y no válidas

La mayoría de los gobiernos democráticos consideran que participar en las elecciones nacionales es un derecho de la ciudadanía. Algunos consideran que la participación en las elecciones es también una responsabilidad cívica del ciudadano. En algunos países, en los que el voto se considera un deber, el voto en las elecciones se ha hecho obligatorio y se ha regulado en las constituciones nacionales y en las leyes electorales. Algunos países llegan a imponer sanciones a los no votantes.

El voto obligatorio no es un concepto nuevo. Algunos de los primeros países que introdujeron leyes de voto obligatorio fueron Bélgica en 1892, Argentina en 1914 y Australia en 1924. También hay ejemplos de países como Venezuela y los Países Bajos que en algún momento de su historia practicaron el voto obligatorio, pero que desde entonces lo han abolido.

Los defensores del voto obligatorio argumentan que las decisiones tomadas por los gobiernos elegidos democráticamente son más legítimas cuando participa una mayor proporción de la población. Sostienen además que el voto, voluntario o no, tiene un efecto educativo en los ciudadanos. Los partidos políticos pueden obtener beneficios económicos del voto obligatorio, ya que no tienen que gastar recursos para convencer al electorado de que debe acudir a votar en general. Por último, si la democracia es el gobierno del pueblo, lo que presumiblemente incluye a todas las personas, entonces es responsabilidad de cada ciudadano elegir a sus representantes.

no votar como forma de protesta

La paradoja del voto en blanco y nulo o el apoyo en blanco y nulo es un apoyo subóptimo generalizado de los votos nulos y las abstenciones deliberadas que tergiversan los resultados en una elección de segunda vuelta plural (dos rondas) al elegir un candidato perdedor pseudo-Condorcet. Nepomuceno y Costa (2019) aportaron algunas pruebas de este apoyo subóptimo en las elecciones nacionales brasileñas de 2014 mediante la construcción de una comparación por pares con 3.010 entrevistas de intención de voto realizadas en 204 ciudades brasileñas. Los autores sugirieron que el histórico impeachment de 2016 de la presidenta brasileña Dilma Rousseff puede asociarse a esta débil representación legítima.

Esto no debe confundirse con la paradoja de la ausencia de Fishburn y Brams (1983), que afirma que la eliminación de una papeleta, o la ausencia de un votante, podría cambiar el resultado de una elección a una opción más preferible para ese votante que si decidiera votar sinceramente según sus preferencias. En el apoyo en blanco y nulo, algunos resultados acaban siendo peores para el votante, y este resultado difícilmente podría haberse producido por una decisión estratégica.

¿se puede no votar a nadie en unas elecciones?

La mayoría de los gobiernos democráticos consideran que participar en las elecciones nacionales es un derecho de la ciudadanía. Algunos consideran que la participación en las elecciones es también una responsabilidad cívica del ciudadano. En algunos países, en los que el voto se considera un deber, el voto en las elecciones se ha hecho obligatorio y se ha regulado en las constituciones nacionales y en las leyes electorales. Algunos países llegan a imponer sanciones a los no votantes.

El voto obligatorio no es un concepto nuevo. Algunos de los primeros países que introdujeron leyes de voto obligatorio fueron Bélgica en 1892, Argentina en 1914 y Australia en 1924. También hay ejemplos de países como Venezuela y los Países Bajos que en algún momento de su historia practicaron el voto obligatorio, pero que desde entonces lo han abolido.

Los defensores del voto obligatorio argumentan que las decisiones tomadas por los gobiernos elegidos democráticamente son más legítimas cuando participa una mayor proporción de la población. Sostienen además que el voto, voluntario o no, tiene un efecto educativo en los ciudadanos. Los partidos políticos pueden obtener beneficios económicos del voto obligatorio, ya que no tienen que gastar recursos para convencer al electorado de que debe acudir a votar en general. Por último, si la democracia es el gobierno del pueblo, lo que presumiblemente incluye a todas las personas, entonces es responsabilidad de cada ciudadano elegir a sus representantes.

cómo se cuenta un voto de abstención

La unanimidad es el acuerdo de todas las personas en una situación determinada. Los grupos pueden considerar las decisiones unánimes como un signo de, por ejemplo, acuerdo social, político o de procedimiento, solidaridad y unidad. La unanimidad puede asumirse explícitamente tras una votación unánime o implícitamente por la falta de objeciones. No significa necesariamente uniformidad y a veces puede ser lo contrario de la mayoría en términos de resultados.

La práctica varía en cuanto a si una votación puede considerarse unánime si algún votante se abstiene. En las Reglas de Orden de Robert, el “voto unánime” no se define específicamente, aunque una abstención no se cuenta como un voto, independientemente del umbral de votación[1]. También en este libro, la acción podría tomarse por “consentimiento unánime”, o “consentimiento general”, si no hay objeciones[2]. Sin embargo, el consentimiento unánime puede no ser necesariamente lo mismo que un voto unánime (véase No es lo mismo que el voto unánime)[2] En cualquier caso, no se tiene en cuenta a los miembros que no estaban presentes.

Por el contrario, una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no se considera “unánime” si un miembro se abstiene[3] En la Unión Europea, el Tratado de Ámsterdam introdujo el concepto de “abstención constructiva”, según el cual un miembro puede abstenerse en una votación en la que se requiere unanimidad sin bloquear por ello el éxito de la votación. Con ello se pretende que los Estados puedan negar simbólicamente su apoyo sin paralizar la toma de decisiones[4].

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