El moderno principe

el estudio de la filosofía gramsci

Desde el Renacimiento, en el siglo XIII, el “príncipe” ha sido el arquetipo dominante del “ser” y del “devenir”. El poder y la política han proporcionado al mundo moderno marcos determinantes de autoconstitución y emancipación social, junto con una definición singular de “libertad”. En este contexto, El príncipe moderno y el sabio moderno: la transformación del poder y la libertad se ocupa de repensar y transformar los conceptos de “poder” y “libertad” en el discurso, la sociedad y la historia.

Este libro se nutre de diversas fuentes -tradiciones de sabiduría, experimentos creativos en la teorización sociopolítica y movilizaciones espirituales- y reúne voces de lucha y movimientos para transformaciones creativas de todo el mundo. Aborda cuestiones trascendentales de nuestro tiempo, como la responsabilidad y las soberanías compartidas, y se dirige a un amplio público de humanidades y ciencias sociales, además de ser de interés para todos los que buscan almas y movimientos. También será un recurso de lectura inestimable para estudiantes e investigadores de teoría social y política, filosofía, sociología, antropología, estudios de desarrollo, estudios culturales y estudios religiosos.

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El objetivo de este artículo es retomar las aportaciones tan originales de Antonio Gramsci en los Cuadernos de la Cárcel sobre cuestiones de organización y, especialmente, su conceptualización del Príncipe Moderno. En particular, quiero destacar la importancia de una determinada concepción de la intelectualidad de la política que surge en los Cuadernos de la cárcel, y que considero una de las aportaciones más originales de Gramsci. Dado que los textos de Gramsci se escribieron con el trasfondo de los diversos debates en torno a la “cuestión de la organización” en la historia del movimiento obrero, el artículo comienza revisando algunas de las respuestas ofrecidas a esta cuestión, con el fin de subrayar que la cuestión de una determinada intelectualidad de la política ha sido desde el principio central en estos debates. A continuación, avanzo hasta la propia intervención de Gramsci, en un intento de mostrar cómo surge una concepción de la organización como laboratorio de intelectualidad y experimentación política y cómo se vincula a todo el marco conceptual de la obra de Gramsci. Por último, intento mostrar cómo todo esto es relevante para los debates contemporáneos sobre los partidos y frentes políticos de la izquierda radical.

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Antonio Gramsci se ha convertido, a lo largo de los años, en el intelectual más querido por los pensadores y actores de la izquierda. Sus puntos de vista sobre la “hegemonía”, los “intelectuales oregánicos” y su concepción de la “unidad de teoría y acción” se consideran sus mayores contribuciones a los movimientos socialistas/comunistas. Incluso el populismo de izquierdas de estos días puede aplicar estos puntos de vista. Gramsci tuvo una buena s

Antonio Gramsci se ha convertido, a lo largo de los años, en el intelectual más querido por los pensadores y actores de la izquierda. Sus puntos de vista sobre la “hegemonía”, los “intelectuales oregánicos” y su concepción de la “unidad de teoría y acción” se consideran sus mayores contribuciones a los movimientos socialistas/comunistas. Incluso el populismo de izquierdas de estos días puede aplicar estos puntos de vista. Gramsci tuvo una buena tajada de anarquismo al desconfiar del centro de cualquier organización, partido político y gobierno. Es el padre de la democracia y del comunismo. Los movimientos obreros mayoritarios modernos pueden atribuir su existencia a Gramsci, así como al mariscal Tito en los Balcanes. El dictador fascista Mussoline encarceló a Gramsci durante 11 años en los años 20 y 30, donde siguió escribiendo en clave mientras su salud empeoraba. Salió de la cárcel y murió poco después. Una edición de coleccionista.

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Al hablar del Príncipe Moderno, Gramsci explica primero por qué el Príncipe de Maquiavelo no puede aplicarse automáticamente al mundo moderno. A este respecto, Gramsci sostiene que el Príncipe Moderno, que es a la vez expresión y portador de la voluntad colectiva nacional-popular, no puede ser una persona real, un individuo concreto. El Príncipe Moderno “sólo puede ser un organismo; un elemento complejo de la sociedad en el que una voluntad colectiva, que ya ha sido reconocida y se ha afirmado en cierta medida en la acción, comienza a tomar forma concreta. La historia ya ha proporcionado este organismo, y es el partido político, la primera célula en la que confluyen los gérmenes de una voluntad colectiva que tiende a hacerse universal y total”[1].

Además, Gramsci dice que “si hubiera que traducir la noción de ‘Príncipe’, tal como se utiliza en la obra de Maquiavelo, al lenguaje político moderno, habría que hacer una serie de distinciones: el ‘Príncipe’ podría ser un Jefe de Estado, o el líder de un gobierno, pero también podría ser un líder político cuyo objetivo es conquistar un Estado, o fundar un nuevo tipo de Estado; en este sentido, ‘Príncipe’ podría traducirse en términos modernos como ‘partido político'”[2].

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