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Para que sirve la flora intestinal
Los mejores alimentos para la salud intestinal
La microbiota intestinal son los microorganismos que incluyen bacterias, arqueas y eucariotas microscópicas que viven en el tracto digestivo de los seres humanos[1] y otros animales, incluidos los insectos. Otros términos alternativos son flora intestinal (un término anticuado que técnicamente se refiere a las plantas) y microbioma. El metagenoma gastrointestinal (a veces definido como microbioma) es el conjunto de todos los genomas de la microbiota intestinal[2][3] El intestino es la principal ubicación de la microbiota humana[4] La microbiota intestinal tiene amplias repercusiones, como los efectos sobre la resistencia a la colonización de patógenos, el mantenimiento del epitelio intestinal, el metabolismo de los compuestos dietéticos y farmacéuticos, el control de la función inmunitaria e incluso el comportamiento a través del eje intestino-cerebro.
La composición microbiana de la microbiota intestinal varía a lo largo del tracto digestivo. El colon contiene la mayor densidad microbiana registrada en cualquier hábitat de la Tierra, representando entre 300 y 1000 especies diferentes[5] Sin embargo, el 99% de las bacterias intestinales proceden de unas 30 o 40 especies[6] Las bacterias también constituyen hasta el 60% de la masa seca de las heces[7] Más del 99% de las bacterias del intestino son anaerobias, pero en el ciego las bacterias aerobias alcanzan altas densidades[4] Se calcula que esta flora intestinal tiene en total unos cien genes más que los que hay en el genoma humano.
Qué es el intestino en el cuerpo humano
La microbiota intestinal son los microorganismos que incluyen bacterias, arqueas y eucariotas microscópicas que viven en el tracto digestivo de los seres humanos[1] y otros animales, incluidos los insectos. Otros términos alternativos son flora intestinal (un término anticuado que técnicamente se refiere a las plantas) y microbioma. El metagenoma gastrointestinal (a veces definido como microbioma) es el conjunto de todos los genomas de la microbiota intestinal[2][3] El intestino es la principal localización de la microbiota humana[4] La microbiota intestinal tiene amplias repercusiones, como los efectos sobre la resistencia a la colonización de patógenos, el mantenimiento del epitelio intestinal, el metabolismo de los compuestos dietéticos y farmacéuticos, el control de la función inmunitaria e incluso el comportamiento a través del eje intestino-cerebro.
La composición microbiana de la microbiota intestinal varía a lo largo del tracto digestivo. El colon contiene la mayor densidad microbiana registrada en cualquier hábitat de la Tierra, que representa entre 300 y 1.000 especies diferentes[5]. Sin embargo, el 99% de las bacterias intestinales proceden de unas 30 o 40 especies[6]. Las bacterias también constituyen hasta el 60% de la masa seca de las heces[7]. Más del 99% de las bacterias del intestino son anaerobias, pero en el ciego las bacterias aerobias alcanzan densidades elevadas[4].
Cómo aumentar las bacterias buenas en el intestino de forma natural
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Flora es el término científico que designa un grupo de vida vegetal o bacteriana, normalmente particular de una zona determinada. A menudo se contrapone al término “fauna”, que se utiliza para describir la vida animal de la misma zona concreta. En el ámbito de la salud y la medicina, flora es el término utilizado para describir los microorganismos que existen en el cuerpo humano o dentro de él, como la flora intestinal o la flora cutánea. Cuando se habla de flora en el contexto del cuerpo humano, el término se refiere a bacterias, levaduras y otros hongos.
La flora intestinal se refiere al mundo de microorganismos, predominantemente bacterias, que pueblan nuestros intestinos. La investigación se ha centrado cada vez más en tratar de entender el papel que la flora intestinal desempeña en términos de salud humana. Se utilizan diversos nombres para referirse a esta población interna de microorganismos:
La importancia de la salud intestinal
El SARS-CoV-2 puede identificar e invadir las células humanas a través de la interacción de las proteínas de espiga con la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) humana (Wu et al., 2020). La ACE2 se expresa no solo en el tejido pulmonar, sino también en el epitelio esofágico e intestinal; esta es la base de que el SARS-CoV-2 ataque el tracto digestivo del huésped y provoque disbiosis de la flora intestinal y síntomas gastrointestinales (Guan et al., 2020; Holshue et al., 2020; Li M. Y. et al., 2020). Además, algunos estudios han informado de que el SARS-CoV-2 y su ácido nucleico se aislaron de muestras de heces de pacientes con diarrea (Lamers et al., 2020; Zhou et al., 2020; Zou et al., 2020). Estas evidencias sugieren que el SARS-CoV-2 puede albergarse en el tracto digestivo de los pacientes y transmitirse por vía fecal-oral, afectando a la salud del tracto gastrointestinal y a la flora intestinal.
En resumen, hay que seguir investigando la interacción entre la flora intestinal y los pulmones y las formas de promover una salud pulmonar óptima. Sobre la base de los conocimientos actuales relativos al “eje intestino-pulmón”, cabe plantear la hipótesis de que el SRAS-CoV-2 no sólo invade directamente las células del epitelio intestinal humano al transmitirse por vía fecal-oral, sino que también afecta indirectamente al intestino y a la flora intestinal a lo largo del eje intestino-pulmón, y las lesiones pulmonares causadas por el SRAS-CoV-2 podrían prevenirse y tratarse actuando sobre la flora intestinal (figura 1A).