Sindrome del musculo piramidal

Sindrome del musculo piramidal 2021

cómo aliviar el dolor muscular en los glúteos

El síndrome del piriforme es una afección que se cree que es el resultado de la compresión del nervio ciático por el músculo piriforme.[2][5] Los síntomas pueden incluir dolor y entumecimiento en las nalgas y en la pierna.[2][3] A menudo los síntomas empeoran al sentarse o correr.[3]

Las causas pueden incluir un traumatismo en el músculo glúteo, espasmos del músculo piriforme, una variación anatómica o una lesión por uso excesivo.[2] Sin embargo, se han descrito pocos casos en atletas.[2] El diagnóstico es difícil, ya que no existe una prueba definitiva.[5][4] Una serie de maniobras de examen físico pueden servir de apoyo.[3] Las imágenes médicas suelen ser normales.[2] Otras afecciones que pueden presentarse de forma similar incluyen una hernia de disco.[3]

El tratamiento puede consistir en evitar las actividades que provocan los síntomas, estiramientos, fisioterapia y medicamentos como los AINE.[3][5] Se pueden utilizar inyecciones de esteroides o de toxina botulínica en aquellos que no mejoran.[2] Normalmente no se recomienda la cirugía.[3] Se desconoce la frecuencia de la afección, ya que diferentes grupos sostienen que es más o menos común.[4][2]

cómo sentarse con el síndrome del piriforme

4 pacientes deportistas, de 26 a 41 años, han sido tratados quirúrgicamente tras una media de un año y medio de evolución y fracaso de los tratamientos conservadores. La intervención quirúrgica ha consistido en la sección del músculo piriforme y la neurolisis del nervio ciático.

2 resultados excelentes. Uno regular. El resultado del último paciente no se puede interpretar debido a una deficiencia postoperatoria del nervio glúteo inferior. Pero la sintomatología preoperatoria ha desaparecido completamente.

La sintomatología asociada a una esciatalgia troncular que surge durante el esfuerzo y durante una posición sentada de larga duración, sin dolor lumbar. A veces puede añadirse parestesia y dispareunia. Los signos clínicos específicos son el dolor inducido por la palpación en el borde lateral del sacro, la percepción de una piriformis tensa (“masa en forma de salchicha”), la reproducción del dolor por el estiramiento de la piriformis (Freiberg) o por su tensión opuesta (Pace y Nagle, Beatty). Los exámenes complementarios permiten eliminar primero toda etiología raquídea o discal. El diagnóstico se basa en la TAC, la RMN y la gammagrafía ósea que pueden mostrar modificaciones del músculo piriforme y, sobre todo, el electromiograma que confirma el síndrome y precisa el nivel de compresión. La etiología es cambiante, representada principalmente por modificaciones del piriforme (hipertrofia, contractura o microtraumatismos debidos al deporte o secuelas de traumatismos directos) y por modificaciones anatómicas del nervio ciático, que pasa total o parcialmente por el músculo. En primer lugar, el tratamiento debe ser conservador mediante reposo deportivo, corrección de enfermedades profesionales, inyecciones locales y, sobre todo, estiramientos. Los resultados son más a menudo favorables. En caso de fracaso y certeza del diagnóstico, el tratamiento quirúrgico es la neurolisis del nervio ciático y de la sección muscular en la unión músculo-tendinosa.

estiramiento del piriforme

El síndrome del piriforme es una afección que se cree que resulta de la compresión del nervio ciático por el músculo piriforme.[2][5] Los síntomas pueden incluir dolor y entumecimiento en las nalgas y en la pierna.[2][3] A menudo los síntomas empeoran al sentarse o correr.[3]

Las causas pueden incluir un traumatismo en el músculo glúteo, espasmos del músculo piriforme, una variación anatómica o una lesión por uso excesivo.[2] Sin embargo, se han descrito pocos casos en atletas.[2] El diagnóstico es difícil, ya que no existe una prueba definitiva.[5][4] Una serie de maniobras de examen físico pueden servir de apoyo.[3] Las imágenes médicas suelen ser normales.[2] Otras afecciones que pueden presentarse de forma similar incluyen una hernia de disco.[3]

El tratamiento puede consistir en evitar las actividades que provocan los síntomas, estiramientos, fisioterapia y medicamentos como los AINE.[3][5] Se pueden utilizar inyecciones de esteroides o de toxina botulínica en aquellos que no mejoran.[2] Normalmente no se recomienda la cirugía.[3] Se desconoce la frecuencia de la afección, ya que diferentes grupos sostienen que es más o menos común.[4][2]

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